lunes, 16 de enero de 2012

EL BOMBERO QUE NADIE LLAMÓ

AP | El Universal

Inmigrantes hispanos reaccionaron con malestar cuando la oficina municipal del forense dictaminó que un conocido bombero mexicano que realizó tareas de limpieza en la zona cero murió por causas naturales.

Ellen Borakove, portavoz de la oficina del forense de la ciudad de Nueva York, dijo que Rafael Hernández murió de obesidad, apnea del sueño e hipertrofia cardíaca, además de sufrir un "serio y crónico problema de abuso de alcohol".

La muerte del inmigrante no fue catalogada como fallecimiento relacionado con su presencia en la zona cero después de los ataques del 11 de septiembre de 2001.

Al igual que Hernández, cientos de inmigrantes que realizaron tareas de limpieza alrededor de donde se erigían las Torres Gemelas sufren problemas respiratorios, asma, dolores de cabeza y problemas gástricos, además de psicológicos.

Los trabajadores pasaron meses tragando polvo mientras limpiaban la zona a cambio de un bajo salario.

"Siento que el gobierno le ha dado la espalda", dijo Jaime Munevar, un colombiano que también realizó tareas de limpieza en la zona cero. "Rafael me dijo antes de morir que le dolía mucho la espalda y los pulmones.

Ese tipo de dolor es común entre nosotros, entre los inmigrantes que trabajamos allí", agregó.

A pesar de que muchos aseguran sufrir serios problemas de salud debido a su trabajo en el área, es muy raro que la oficina del forense catalogue una muerte como relacionada con la presencia en la zona cero después de los atentados.

Sólo tres personas han entrado en esa categoría desde los ataques del 11 de septiembre.Hernández, de 49 años, se convirtió en un líder de la comunidad hispana afectada por cambios de salud debido al duro trabajo realizado en medio del polvo y las cenizas.

Durante años ayudó a decenas de colombianos, ecuatorianos y mexicanos a rellenar solicitudes de ayuda monetaria o médica y a interpretar simultáneamente procesos judiciales en la corte.

Se desconoce el número exacto de inmigrantes hispanos que realizaron labores de limpieza en la zona cero. 2 mil 600 -entre voluntarios y trabajadores de limpieza- formaron parte de la lista del Proyecto de Trabajadores Latinoamericanos (PTLA), una organización que les ayudó a recibir atención médica y solicitar compensación económica.

El mexicano fue diagnosticado con serios problemas respiratorios y obtuvo compensación económica tras una demanda que interpuso contra la ciudad por haber trabajado en el bajo Manhattan sin la protección adecuada, dijo su abogado Jorge Anzola.

"Rafael hizo mucho por mucha gente", señaló el defensor. "Pero era demasiado activo y estaba enfermo así que yo siempre le decía que frenara el ritmo", recordó.

El doctor ecuatoriano Jaime Cárcamo, quien tiene unos 100 trabajadores de limpieza hispanos de la zona cero como pacientes y conoció a Hernández, opinó que su muerte es una combinación de su mala salud y su trabajo en el bajo Manhattan.

"De forma directa o indirecta, la labor que realizó allí tuvo que ver con su muerte", señaló. Hernández no era paciente de Cárcamo.Rosa Duque, una inmigrante guatemalteca que conoció a Rafael, dijo que la reacción de la comunidad hispana al dictamen del forense fue muy negativa.

"Siento que esto ha manchado su legado", dijo la ex trabajadora de limpieza en la zona cero.

"Rafael siempre nos decía que si algún día se marchaba, nosotros teníamos que seguir luchando por la compensación".

Antes de los atentados el mexicano trabajaba en una tienda del condado de Queens y vendía bisutería cuando podía, dijeron sus amigos y Anzola.

En México se dedicó a ser bombero paramédico y trabajó para la Cruz Roja, mientras en Estados Unidos actuó de bombero voluntario en varios estados.

Su esposa, Brenda Olveda, dijo desde México que le notaba muy enfermo y que le faltaba el aire cuando hablaba.

"No recibió la atención médica que debería haber tenido. Tomaba demasiados medicamentos", señaló durante una entrevista telefónica.Hernández esperaba cobrar su último cheque para regresar a México, dijo Anzola.

Ahora el dinero y la posible ayuda que pueda recibir debido a un fondo de compensación para víctimas serán repartidos entre su esposa, dos hijas e hijo, dijo el abogado.

"Estas conclusiones médicas me tienen nerviosa porque todos nosotros estamos en la misma situación. Todos trabajamos allí durante meses y estamos enfermos" , dijo Virginia Villa, una colombiana de 63 años.

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