Por Roberto Noguez Noguez. Enviado
Ciudad Juárez, 17 Ene (Notimex).- En "El Punto" los trabajos avanzan a marchas forzadas, el arquitecto Alejandro Rivera y sus trabajadores labran la tierra que alguna vez albergó a la Feria de Ciudad Juárez y levantan el altar donde el Papa Francisco oficiará una misa multitudinaria al límite de la frontera con Estados Unidos.
Es la zona del Chamizal, donde el viento gélido de los primeros meses del año cala en los huesos, pero eso no mengua a la cuadrilla de albañiles que preparan el terreno que dará cabida al líder de la iglesia católica y a alrededor de 220 mil personas que se darán cita el próximo 17 de febrero en este lugar.
Para Alejandro el clima es lo de menos, trabaja a toda prisa para terminar el altar en no más de treinta días y coordina la llegada diaria de 12 camiones de grava que forjarán la estructura de 76 metros de largo, 22 de ancho y 13 de alto, afianzada en cimientos de más de seis metros de profundidad y recubierto por una piedra rosada del cerro de La Bola que enmarca de un color marrón el paisaje al oeste de la ciudad.
Debajo de la máscara que lo protege de la brisa, el arquitecto esconde una piel quemada por el frío, sin embargo la alegría se ve en su mirada al saber lo que hace y aunque aún no le cae el "veinte", dice estar orgulloso de lo que está construyendo.
A unos metros de distancia, el ingeniero Ángel Manríquez supervisar el ir y venir de los trabajadores, a un mes del gran evento sabe que el tiempo es un lujo que no se pueden dar, pero que el mayor reto del proyecto es saber que el Papa Francisco pisará ese lugar, por lo que el tema de seguridad no puede fallar.
"Tarde tiempo en asimilar el proyecto al que me estaba sumando y cuando te cae el veinte empiezas a trabajar con una motivación diferente, visualizas lo que estás haciendo, el evento, es una experiencia enorme de forma laboral, pero de manera personal el sentimiento no tiene límite", asegura.
Y es que para el ingeniero, la visita de Bergoglio a la ciudad es un hecho histórico, es una bendición que quizá nunca se va a repetir, sobre todo después de que Ciudad Juárez fue catalogada como la ciudad más peligrosa de todo el mundo, pero que en años recientes ha vuelto a renacer con el andar de la gente por las calles y la reactivación de los comercios por sus avenidas.
De acuerdo con el vocero del municipio, Carlos Castaño, en "El Punto" habrá alrededor de 20 mil sillas para los asistentes, mientas que el resto estará de pie y en las gradas, que estarán divididas en cuatro sectores, cuyos accesos dos estarán identificados por un color y una zona; así como mil elementos de seguridad, entre municipales, estatales y federales.
El vicario de pastoral de la Diócesis de Ciudad Juárez, Mario Manríquez, cuenta que dado al clima difícil del invierno es complicado hacer un evento de esta magnitud y no se puede planear un acto de un millón de personas, por lo que se concretaron a uno junto al Río Bravo y la frontera, para que el Papa pueda dar su mensaje a los migrantes.
"El sitio donde será la misa es un lugar totalmente simbólico, el Papa pidió y mencionó en alguno de sus viajes cuando regresaba de Estados Unidos al Vaticano, que le hubiera gustado mucho ingresar a Estados Unidos por Ciudad Juárez, su mente está en la frontera, por lo que cuando llegue llegaron los enviados del Vaticano encontramos esta zona cercana a la frontera para atender en interés del Papa para orar".
Y es que "El Punto" bordea la frontera con el país más poderoso del mundo y donde miles de personas cada año cruzan en busca del llamado "sueño americano", divididos por el caudal del río cercado por rejas de alambres, donde la Border Patrol vigila celosamente cualquier movimiento en territorio mexicano.
Ese será el lugar, el punto, donde el Papa Francisco dará un mensaje para las fronteras del mundo, y después, a unos metros de la línea, orará por los migrantes de cara al Río Bravo y al sol del oeste que ilumina los edificio que se atisban de la ciudad de El Paso, Texas.
El padre Manríquez asegura que el planteamiento del papa es universal, no se resume en México, sino que habla de todo el mundo, ya que en su última encíclica hace entender que el mundo es una casa común, que no puede haber fronteras, que el hombre es habitante del mundo y no solo una parte del planeta, no es esclavo, no nació en un lugar atado y tampoco es propietario o dueño, sino que es el mundo.
"La visita del papa es esperanza entre los migrantes que se encuentran separados de su familia por estas leyes que están implementando, que separa familias", subraya.
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Papa pide a migrantes evitar dejarse robar la alegría de vivir Ciudad del Vaticano, 17 Ene (Notimex).- El Papa aseguró hoy que los migrantes tienen valores preciosos para las sociedades que los reciben y los instó a no dejarse robar la alegría de vivir, no obstante sus experiencias de miseria, opresión y miedo.
Durante la bendición dominical con el Angelus, asomado a la ventana del Palacio Apostólico Vaticano, Francisco saludó a más de siete mil extranjeros que participaron en el Jubileo de los Migrantes, dentro del Año Santo de la Misericordia.
Mientras él hablaba, pocos minutos después del mediodía, continuaban los controles de seguridad en los ingresos a la plaza vaticana.
Desde muy temprano este domingo la zona fue blindada y se formaron largas filas en los accesos previstos. Los uniformados revisaban cada mochila y cada bolsa. Botellas y líquidos debieron quedar afuera.
Hablando en italiano, Francisco aseguró que cada migrante lleva en si mismo una historia y una cultura de gran valor, pero también experiencias de dolor. Por eso, insistió, su presencia en la plaza "es signo de la esperanza de Dios".
"No se dejen robar esta esperanza y la alegría de vivir, que surgen de la experiencia de la divina misericordia, también gracias a las personas que los acogen y los ayudan. El paso por la puerta santa y la misa, que dentro de poco vivirán, les llenen el corazón de paz", señaló.
Y agradeció especialmente a los detenidos de la cárcel de Opera, en Italia, quienes le regalaron las hostias -confeccionadas por ellos mismos- para la celebración jubilar. Pidió a todos dedicar un aplauso para los internos.
Con esas palabras se refirió a una misa que tuvo lugar inmediatamente después del Angelus en la Basílica de San Pedro y que fue precedida por el cardenal Antonio María Veglió, presidente del Pontificio Consejo para los Migrantes e Itinerantes.
Jorge Mario Bergoglio también pidió a la multitud dirigir una oración especial por las víctimas de los atentados terroristas ocurridos en los días pasados en Indonesia y Burkina Faso.
"El señor los reciba en su casa y sostenga el empeño de la comunidad internacional por construir la paz", apuntó. Entonces recitó un Ave María con la multitud.
Poco antes, el líder católico había reflexionado sobre el pasaje evangélico de las bodas de Caná, durante las cuales Jesús convirtió el agua en vino a petición de su madre.
Precisó que ese milagro fue un signo de la bendición de Dios sobre el matrimonio y es, por lo tanto, la prueba de que el amor entre el hombre y la mujer es un buen camino para encaminarse en el sendero de la santidad.
"El episodio de las bodas de Caná nos ayuda a redescubrir que Jesús no se presenta a nosotros como juez apurado por condenar nuestras culpas, ni como un comandante que nos impone seguir ciegamente sus órdenes, se manifiesta como salvador de la humanidad, como hermano mayor, hijo del padre, como aquel que responde a las expectativas y promesas de alegría que habitan en el corazón de cada uno de nosotros", estableció.
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